2020 ha sido un año espantoso, que ha dejado tras de sí un reguero de muertes de seres queridos a causa de la pandemia y de personas afectadas, con secuelas por la Covid-19, sin que se perfile una solución drástica a corto plazo. Además, las consecuencias económicas todavía no han llegado a alcanzar la sima a la que las economías provincial, autonómica y nacional se antojan abocadas.
Por si esto fuera poco, el nivel de deuda en España superó el pasado mes de octubre el 114 por ciento. La deuda de las administraciones públicas, según el Protocolo de Déficit Excesivo, ya era hace dos meses superior a 1,3 billones, con be de barbaridad. Y la deuda de la Seguridad Social, que se ha incrementado más de un 300 por cien en el último lustro, hace vislumbrar, más próxima que nunca, la reforma del sistema de pensiones.
La desastrosa ensalada ya está sobre la mesa, aunque todavía hay que aliñarla, en territorios como el nuestro, con el más ácido de los vinagres porque, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística para despedir el año, 1.951 personas tomaron la decisión de abandonar Zamora durante 2020, dentro de un proceso acumulativo que amenaza con convertir la provincia en un erial.
Dicho de una forma más gráfica: si los habitantes de esta tierra fueran glóbulos rojos, la anemia sería de una gravedad extrema.
Solo así se puede describir que el 1,1 por ciento de la población de la provincia haya apostado, probablemente, por necesidad, a apostar por otros territorios, algo que ocurre también, en León, con cifras similares y, en menor medida, en Salamanca. Entretanto, Burgos, Segovia y Valladolid ganan dos décimas y Soria, tradicional compañera de fatigas, se desmarca de Zamora e incrementa tres décimas su número de habitantes. Si hablamos de capitales de provincia, León, Palencia y Zamora encabezan el listado pérdida de población.
La situación de la provincia de Zamora ya era grave hace tres décadas; muy grave, al inicio del siglo XXI y desesperada, hace diez años pero, en los momentos que vivimos, es absolutamente crítica. Vamos a ser claros: si no se materializan inmediatamente medidas drásticas, esta tierra irremediablemente condenada.
Para cerrar este breve repaso a los indicadores apocalípticos zamoranos, hace unos días supimos que, en un mes habitualmente bueno para el empleo, como es diciembre, la coyuntura provocada por la pandemia no ha dado un respiro y casi 550 personas quedaron en el paro, lo que eleva la cifra hasta 13.083, sin contar, por supuesto, con los trabajadores en ERTE.
Parece que fue ayer, cuando la iniciativa privada, el mundo empresarial que tiene verdadero contacto con la realidad palpitante, decidió tomar cartas en el asunto y crear Zamora10, puede que como el intento postrero antes de que la provincia exhale su último suspiro.
El proyecto fue interpretado desde determinadas instancias, especialmente, las políticas, como un peligro potencial para el orden establecido, que es lo único que podría explicar la gran cantidad de palos en las ruedas que ha hallado y que sigue hallando.
Y es que, cuando parecía que se había logrado allanar el camino y empezar a marchar unidos con administraciones como la provincial y la autonómica -y a la espera de que el Ayuntamiento de la capital decida mover alguna ficha en algún tablero-, nos encontramos con que el Gobierno de España decide dar la espalda sin ambages a Zamora.
Lo percibimos con claridad en cada contacto, en cada gesto, en cada ausencia y en cada línea de los Presupuestos Generales del Estado, por no mencionar el nihilismo que rezuma la asignación de fondos con cargo al 1,5 por ciento cultural, que deja de lado la capital zamorana, por tercer año consecutivo.
Pero lo que preocupa e indigna a partes iguales es el ninguneo con el que el Gobierno de España ha tratado el proyecto de Monte la Reina, uno de los más esperanzadores a corto plazo para la provincia, porque ubicar en los antiguos terrenos de Monte la Reina, en el término municipal de Toro, una unidad del Ejército de Tierra podría insuflar un aire vital a la economía.
Por este motivo, no nos conformamos con la burla que supone la dotación simbólica de 350.000 euros contemplada en los Presupuestos Generales del Estado, por mucho que se nos diga que lo importante es que aparezca una cifra, por pequeña que sea. Además, el hecho de que esa cantidad, ridícula para un proyecto que superará los 80 millones, aparezca en la Dirección General del Agua es, cuando menos, sorprendente e inquietante.
Nos hemos hartado de recordar que el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, dijo bien claro en campaña electoral que, cuando el Partido Socialista gobernase la nación, el proyecto de Monte la Reina sería una realidad. Cerca de 600 personas lo escucharon de forma presencial en el Teatro Ramos Carrión, a un volumen similar al del ostinato de partido, y fue un clamor repetido a los cuatro vientos desde todo tipo de medios y plataformas.
Por otra parte, en cuanto a la conversión de la carretera N-122 en autovía para comunicar la capital zamorana con la frontera con Portugal, también se antoja una añagaza la asignación que los PGE recogen de 100.000 euros para cada uno de los cuatro tramos con vistas a 2021.
Si hubiera una mínima intención de materializar el proyecto, se habría puesto sobre la mesa, al menos, un indicador del valor total de la inversión y una previsión de nuevas partidas para los siguientes ejercicios. Si no se ha hecho, será por algo y mucho nos tememos que esa falta de compromiso que muestra el Gobierno de España responda al mero desinterés por una provincia que parece considerar de menor rango y con ínfima repercusión política a la hora de buscar votos.
Ante esta situación, nos vemos en la necesidad de exigir a los parlamentarios nacionales del Partido Socialista por Zamora una valoración concreta y clara. Seguro que el diputado, vocal de la Comisión de Defensa y portavoz de la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico del Congreso, Antidio Fagúndez, y el senador y vocal de la Comisión de Despoblación y Reto Demográfico del Senado, José Fernández, tienen mucho que aportar y un gran peso específico en el PSOE en el ámbito nacional y que sus palabras serán valoradas y aplaudidas por el Gobierno como un gesto de cercanía.
Y es que solo los representantes políticos más avezados mantienen firme el pulso cuando se trata de enfrentarse al aparato del Partido y olvidan aquello que se decía en tiempos de Felipe González de que “el que se mueve no sale en la foto”.
Ya basta de silencio administrativo y de comunicados de prensa en los que se pone en valor cada decreto y cada ley del Gobierno de coalición. Si se emite una nota de prensa para dar una lección de moral, también se puede hacer para recriminar al presidente del Gobierno que no cumpla sus compromisos públicos. El no ya lo tenemos pero alguien con suficiente poder debería tener los arrestos de ponerlo por escrito y de defenderlo desde una tribuna.
En este contexto, sería un gesto de buena voluntad calibrar la insistencia de Zamora10 a la hora de intentar concertar una reunión con Pedro Sánchez para tratar el bajo nivel de inversión que recogen los PGE para Zamora y la situación crítica que vive la provincia, algo que han apoyado la delegada territorial de la Junta de Castilla y León, Clara San Damián, y el presidente de la Diputación, Francisco Requejo.
No obstante, por el momento, el mayor gesto conseguido se queda en la escueta respuesta del jefe del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, que asegura haber trasladado la petición de un encuentro al Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Puede que, cuando llegue la respuesta de alguno de esos ministerios, se hayan tenido que ir otras 2.000, 3.000 o 5.000 habitantes de Zamora hasta que llegue un momento en el que, superada la cota de personas con movilidad y perspectivas, solamente haya que esperar la muerte.
FROMAGO, por Fernando Fregeneda Chico, Socio Gerente en Quesería la Antigua
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